Ponencia del Grupo Metamorfosis al XX Encuentro de la Red de Educación Alternativa, ENEQ, Querétaro, enero de 2010

Como ya hemos explicado en otras ocasiones, el Grupo Metamorfosis es un colectivo sui generis, pues está integrado por maestros independientes de escuelas públicas, regadas aquí y allá, que no necesariamente son “alternativas” (consideradas como totalidades). Sin embargo, de manera individual o en pequeños grupos, estamos comprometidos (lo más que podemos) con la educación alternativa (laica, crítica, popular, democrática, solidaria y ecológica). Tenemos además vínculos muy estrechos con otros maestros y estudiantes normalistas maravillosos, practicantes o interesados en conocer esta pedagogía, pero que no son ni de la red, ni del Metamorfosis, que trabajan de manera independiente o que pertenecen a otros colectivos (p. ej. Con Conciencia Educativa), a los que no podemos dejar fuera de este encuentro y hemos invitado, a ver si se animan a integrarse.



Tomando en consideración que trabajamos en dos niveles, licenciatura y educación básica, y que tenemos mucho que decir, hemos decidido, por razones de su especificidad, dividir nuestra ponencia en dos secciones.

A mí, María del Carmen Vicencio, me corresponde coordinar la ponencia del nivel licenciatura (formación inicial de maestros) y a Blanca Torres, la del nivel básico.

 Nivel-Licenciatura

¿Cómo tomamos y damos la palabra a nuestros jóvenes estudiantes?
¿Cómo tomamos y damos la palabra a los niños con quienes practicamos, cuando somos estudiantes normalistas?

Podríamos iniciar, respondiendo a esta pregunta, compartiendo (¿presumiendo?) todo lo que hacemos sobre el tema, aunque antes nos interesa, más bien, problematizarlo. ¿Qué significa dar la palabra?, ¿qué significa tomar la palabra o decir nuestra palabra? ¿Basta con creernos “alternativos” para que mágicamente todo se resuelva? ¿Por qué en ocasiones a algunos (as) les (nos) resulta tan fácil y a otras, tan difícil, decir su palabra y escuchar a los demás?

Definitivamente estamos convencido(a)s de que dar respuesta a estas preguntas, trasciende las consideraciones técnicas (sin negar su utilidad) y nos lleva a la necesidad de hacer reflexiones profundas sobre lo que está detrás de la libre expresión. Para empezar, habremos de decir además, que el tema trasciende lo estrictamente educativo (pedagógico o
didáctico), para adentrarse en lo político; pues detrás de él está la forma como participamos en la microfísica del poder, a la que se refería Michel Foucault.

De acuerdo con Paulo Freire, la educación es comunicación. Es decir, hay una fuerte identidad entre estas dos actividades humanas, pues la primera consiste, además de promover el aprendizaje la lectura (la comprensión) del mundo, en desarrollar la capacidad de decir nuestra palabra (participar en la transformación de ese mundo, dejar huella en él).

La educación está en función de un proyecto social. Si el proyecto que decimos tener es democrático, habremos de comprometernos cotidianamente para hacerlo realidad en los microespacios en los que nos desenvolvemos. Esto implica en buena medida, cuando somos maestros o estudiantes “parlanchines-estrella”, reprimir nuestras ganas de acaparar la palabra, para dar voz, en especial, a los sin voz, a quienes no se atreven a hablar, pues sufren la timidez de los pobres, de “los diferentes” o de los que han aprendido a sentirse “inferiores”; y también para acicatear a quienes se han apoltronado en la comodidad del silencio, en el “útero de la situación conocida”, del que habla Rollo May.

En la misma línea, la educación crítica/laica implica una férrea negativa a someternos (o a callar frente) a todos aquellos que se dicen “dueños de la verdad” (divina, política, mercantil, o incluso, científica); implica dar la palabra y escuchar a quienes disienten; a tratar de entender la versión de los vencidos de la historia (aunque a la mera hora no tengan la razón, porque sin intercambio, no hay posibilidad de acceso a la verdad y sin discutir, sin disentir, nuestra experiencia, nuestra capacidad de reflexión y de asombro se empobrecen considerablemente.

Esto que se dice fácil (en un párrafo), encuentra en la práctica real un sinfín de dificultades. Lo que viene sintetiza las ponencias, de alrededor de 80 estudiantes normalistas1, de la Licenciatura en Educación Primaria, de la Escuela Normal del Estado de Querétaro, “Andrés Balvanera”, que responden a la pregunta generadora de este encuentro en dos niveles: uno como estudiantes y otro como practicantes en la escuela primaria. En términos generales hay el consenso de que dar respuesta a esa pregunta “es, a veces más complicado de lo que puede pensarse”. ¿Por qué a veces a algunos les resulta tan fácil y a otros, tan difícil, tomar la palabra? o ¿por qué se dan y qué hacemos con las expresiones “poco elegantes” o incluso violentas que a veces surgen en la escuela, por parte de los alumnos, cuando toman la palabra? Veamos sólo algunas posibles causas, antes de plantear la siguiente pregunta: ¿qué podemos hacer y qué estamos haciendo, al respecto? (Los tres apartados de nuestra ponencia se refieren a estas tres preguntas).

1 Hacemos aquí un reconocimiento especial a la compañera Doris, por su importante colaboración en la integración de las expresiones que vienen.

1a parte: El origen del problema

Consideramos que la mayoría de los problemas a los que nos enfrentamos, se derivan de nuestro sistema económico ferozmente capitalista y su lógica vorazmente mercantil. En clase reflexionamos sobre los siguientes:

1. La pertenencia a una cultura dominada (el sentimiento de inferioridad de los mexicanos, como hijos de la conquista).

2. La estructura autoritaria de nuestro sistema educativo mexicano y, en especial, de la educación pública.

3. Lapertenenciaaciertaclaseogrupo,socialmentediscriminado.

4. Laignoranciaeinexperiencia.

5. La pertenencia al gremio normalista y, en especial al normalismo público (que, sobre todo, en los últimos tiempos viene siendo ninguneado por los funcionarios con poder, con efectos devastadores, no sólo en el imaginario social, sino en la realidad de los propios maestros.

El sistema económico en el que vivimos ejerce una fuerte presión para que la distribución en la toma de la palabra, sea inequitativa. En la lógica dominante, sólo a algunos se les permite tomar (acaparar) la palabra y al resto le corresponde callar y escuchar. Varios de los estudiantes comparten sus dificultades para estar a la altura de las expectativas de sus maestros, cuando éstos esperan su participación en clase. Y es que, a lo largo de su historia familiar y escolar, han sido sometidos al conjunto de “los que no deben expresarse” y se quedan, como dice Yolanda (una de nuestras ponentes), “entre las sombras del silencio”. Por su parte, muestran su preocupación, cuando ven que lo mismo sucede con los niños con quienes practican, en especial cuando se descubren a sí mismos inhibidores de ellos. Esta cadena inicia, con los catedráticos, que estamos atrapados en la misma inercia. Veamos algunas expresiones sobre el tema Dificultades para expresar lo que pensamos

El peso de la cultura

“En mi caso, suelo ser callado y poco participativo, y en general soy muy poco expresivo, considerando esto, no como un problema, pero sí como un aspecto en el cual tengo que trabajar para mejorar; por otro lado, atribuyo estas características a una herencia familia y sobre todo al gran respeto y educación (si se le puede nombrar así), para con los mayores y las autoridades, pero me resulta muy grato cuando preguntan mi opinión o logro tener una respuesta acertada. De igual forma me resultan demasiado devastadoras las burlas ante un error o una reprimenda por parte de las autoridades. Aunque esto no me detiene, me resulta muy difícil regresar al estado de confianza que tenía antes de cometer alguna de las acciones antes mencionadas”. (Antonio de Jesús)

El peso de la discriminación

“En muchas ocasiones la comunicación oral no se da simplemente por sentirse inferior en relación con las personas con las que se tiene contacto, por menosprecio, falta de seguridad o simplemente porque no se cuenta con el léxico suficiente o adecuado para seguir la conversación” (Socorro Reséndiz).

El sistema educativo, como inhibidor

“La toma de palabra como estudiante, a la que me enfrento todos los días, me parece que no tiene diferencia a la que se vive en una primaria. De igual manera tenemos grupos numerosos, los maestros se presionan por concluir su planeación, a veces no hay tiempo para que todos nos expresemos oralmente y tal vez sin intención, los docentes dan su clase y sólo ellos pueden hablar, mientras nosotros los alumnos, escuchamos.” (Jessica Fabiola).

“...algunos profesores etiquetan a sus alumnos como “los que saben” y “los que no saben”. De esta forma el alumnado se va haciendo una idea de que lo que sí saben les van a enseñar a los que no saben, así que los comentarios son “buenos”, dependiendo de la persona que los diga y no de lo que contiene la opinión.” (Dora Natalia).

“En la experiencia como estudiante, todos podrían pensar que en todo momento fui una persona desenvuelta, sin embargo, no saben el miedo que a veces aún experimento cuando hago alguna lectura o cuando paso al frente para hacer alguna exposición... Las dificultades que existen con algunos maestros, es que ellos piensan que uno trata de comerse la clase. Por ello, en ocasiones ya no toman en cuenta mi participación y la aportación que hago. Creo que limitan el desenvolvimiento personal.” (Adriana).

“Recuerdo cuando iba a la escuela, me sentía reprimida por las constantes llamadas de atención que recibía, y que aún sigo recibiendo por hablar demasiado; esto me ha hecho ser un poco tímida al expresar mi sentir en público; la presencia del profesor implicaba tener que estar en silencio y que no podía equivocarme”. (Elizabeth R.)

El miedo a exponerse, uno de los aprendizajes de la vida

Esa lógica dominante, se impone o internaliza a través de varios mecanismos. El que aparecen con mas frecuencia en nuestros escritos es el miedo, miedo al qué dirán, a equivocarse (nos), a la burla de los demás, a descubrir las propias ignorancias, etc.; un miedo que, como dice Érika Elena, a veces se manifiesta como “temor incontrolable” y que está en estrecha relación con la falta de autoestima. Hemos reflexionado mucho sobre el drama de una juventud con miedo a expresarse. El fuego interno del miedo se aviva, ante las exigencias del discurso pedagógico empresarial: “debes ser excelente”; “debes ser competente”, debes, debes, debes... (y ¡ay de ti!, si no lo demuestras en los exámenes estandarizados).

“Hablar pareciera ser una cosa muy sencilla, pues la mayoría de los seres humanos aprendemos a comunicarnos, casi desde que somos bebes, sin embargo y con el paso de los
años y por muchas otras circunstancias que nos van ocurriendo a través de nuestra vida vamos perdiendo la capacidad de comunicarnos... Cuando vamos creciendo, vamos poco a poco dejando de comunicarnos con los demás; aunque esto sea una de las cosas más importantes en nuestra vida. El miedo a lo que digan los demás, la falta de confianza en nosotros mismos y las trabas que la sociedad nos va imponiendo, nos van dejando mudos”. (Claudia Berenice)

“...Viendo el panorama desde el estudiante, es un poco más complicado ya que nos podemos sentir inhibidos por pensar que uno es inexperto o bien que nuestro pensamiento no aportara nada a la clase, por lo que se decide mejor callar nuestras ideas y dudas. Esto es un error fatal porque más adelante, como se dice del que no perdona, lo mismo hacen las dudas, ya que cuando deseamos saber algo en especifico, es cuando nos damos de topes con nuestra falta de valentía para haber expuesto nuestras ideas ante un grupo, para lograr resolver esa duda”. (Diego).

Formas de protección frente el miedo: la proyección y el auto-encierro en círculo vicioso

Una forma de protegerse del miedo, es proyectarlo sobre los otros y eso explica por qué algunos responden con mucha crueldad, ante las imperfecciones (imaginarios de imperfecciones) de los demás, en especial cuando pertenecen a algún grupo tradicionalmente discriminado: el chisme, la tijera o el canibalismo se vuelven a veces formas cotidianas de relación, de las que no fácilmente podemos escapar. Otra forma de defenderse es encerrarse en sí mismo y callar, tratando de pasar desapercibidos:
“Participar dentro de un grupo de personas muchas veces es difícil. A veces existimos personas que tenemos problemas con la seguridad, al dar nuestra opinión respecto a una situación o no tenemos nuestras ideas ordenadas para poder argumentar la problemática”.

“Pienso que nosotros poseemos una enorme capacidad para pensar y expresar lo que sabemos y aprendemos, sin embargo hay a quienes se nos complica esto; simplemente nos ‘sometemos’ al silencio... ¿Por qué?, porque a veces es ‘mejor quedarse callados’, porque ‘no es bueno interrumpir’, porque ‘lo que tu piensas ya lo dijeron’ (¿para qué repetir?)... Es un rollo, en lo personal, muy complicado, a veces lo veo como una cadena en donde incluso yo he estado... No hablas por miedo a ser criticada, a la burla, a que no te ataquen, pero cuando se da la oportunidad de hablar sobre lo que alguien dijo y que, como tú, antes estuvo inseguro, no te das cuenta que de que, sin querer, ya estas ‘atacando’, por eso creo que estamos dentro de un ‘circulo vicioso”. (Norma)

El empobrecimiento de la expresión, en el sistema comercial

Además del miedo, se encuentra la inercia, la ley del menor esfuerzo, la comodidad, el apoltronamiento, como señala Zigmut Bauman en su libro “Los desafíos de la educación en la humanidad líquida”. Inercias que repercuten seriamente en las formas de estructuración del pensamiento (Pensemos por ejemplo en el fenómeno Sammy y Miguel Luis).

El contexto urbano, invadido de mercado está especialmente diseñado para que no pensemos, para que no podamos atar cabos y darnos cuenta de lo que sucede y, por consiguiente, para que no protestemos.

(Como sucede en la novela de Ray Bradbury: Farenheit 451: hay que destruir los libros, “porque los libros hacen pensar y pensar hace infeliz a la gente”, y de lo que se trata es de estar contentos (léase aquí más bien, divertidos). O como muestra la novela de Georges Orwell, “1984”, en la que la falta de pensamiento se hace evidente a través de una neolengua, incapaz de hacer las abstracciones que requiere el pensamiento crítico. En este sentido seda un fenómeno paradójico muy interesante: la saturación de información, de la mano de una profunda ignorancia.

“A la hora de participar, se me dificulta, ya que el problema que encuentro en mí, es que, tal vez, no sé cómo organizar las palabras o las ideas, y a la hora de hablar, se me enredan las palabras. Es una de las dificultades que encuentro en mí, y a la hora de tomar la palabra, espero a que mis compañeros terminen de hablar, para poder comentar algo.”

El poder que da el conocimiento

En varios de nuestros textos, los estudiantes señalamos a la ignorancia, a la falta de lectura o estudio, como causas de que a uno se le dificulte participar en clase y reflexionamos sobre la importancia de comprometernos más con la profesión.

“Desde la preparatoria siempre he considerado que para poder emitir un juicio sobre algún tema es preciso tener un conocimiento sobre lo que se comenta... Al principio pensaba que la cultura general era suficiente para poder participar, sin saber que decir una idea pertinente implica saber otras características para que sea penetrante y ‘acalorante’...” (Oscar Gregorio).

“Como estudiante no me cuesta mucho trabajo tomar la palabra pero siempre antes de opinar trato de poner mis ideas en orden y saber acerca de lo que estoy hablando, por si se llega a cuestionarme tener argumentos que defiendan lo que yo pienso”. (Fernanda).

2a Parte: ¿qué hacemos con las expresiones “poco elegantes” de nuestros estudiantes?

Otra tarea fundamental de la formación normal, además de aprender a decir la propia palabra, es aprender a dar la palabra a los niños. Al respecto, los practicantes primerizos nos mostramos totalmente convencidos de la idea, pero no siempre logramos guardar el equilibrio entre los principios de libertad y de autoridad.

Guardar el equilibrio entre la libertad y la autoridad

“En la escuela, cuando un niño intenta expresarse, normalmente grita sus ideas, pero como son muchos los niños que también quieren expresarse, pues sólo termino por escuchar las ideas de los niños que griten más alto.” (Esther Carmona)

“Los niños también saben tomarnos la medida. Al llevar a cabo diversas actividades con ellos... preguntaba “¿Quién quiere participar?”. La verdad es que en lo personal, a mí no funcionó esa forma de dar la palabra, ya que por lo general siempre participaban los mismos niños y cuando la mayoría sabía la respuesta o quería participar, simplemente gritaban y hablaban al mismo tiempo, incluso cuando se desesperaban en pasar a participar, sobre todo al pizarrón, llegaban a amontonarse enfrente.” (Diana Margarita).

“Me doy cuenta de que agrupar a los niños en equipos, en los que todos trabajen y participen es muy difícil, si no hay afinidad entre ellos o hay varios niños lideres que están acostumbrados a tener la palabra. No les es fácil llegar a acuerdos y esto genera mucho desorden y provoca mucha falta de respeto entre ellos mismos”. (Doris).

“Me toco en el salón de clases de 3° en la práctica, los que levantaban la mano y no les daba la palabra se molestaban conmigo, ya no querían trabajar porque según ellos, no los tomaba en cuenta en sus participaciones, y hubo un momento en que ya no sabía qué hacer, para que los que no hablaran lo hicieran y los que se la pasan hablando lo hicieran, pero sin acaparar todo el tiempo” (Elia).

“En ocasiones para uno, como docente, es difícil regular y motivar que sus alumnos logren comentar o expresar algo durante clase. Esto puede ser porque o sólo felicitamos a unos pocos privilegiados que hablan, o peor aún, damos la palabra sólo a aquellos que sabemos que mencionarán lo que deseamos oír o que pensamos que tienen algo importante que decir para aportar al tema, pero nunca nos ponemos a pensar que la palabra de todos es tan valiosa como la nuestra o de los que más saben. Es sólo con la práctica, que se logra dominar la participación de exponer frente a otros las ideas” (Diego).

Cuando lo que expresan los niños resulta preocupante

Dar la palabra a las y los niños es una magnífica herramienta para reconocerlos más profundamente. Lo que dicen, oralmente o en sus escritos, nos lleva a conocer lo que sucede en su contexto más cercano, a compartir sus alegrías y tristezas, sus búsquedas temores e inquietudes. Así nos enteramos de las vicisitudes por las que atraviesa la mayoría de la población mexicana (desempleo, alcoholismo, violencia intra- y extrafamiliar, discriminación, etc.), pero también una gran ternura, amor, comunión, solidaridad, alegría de vivir, etc. El texto que sigue es una muestra de lo que nos referimos.

Normalmente este tipo de expresiones suelen reprimirse, negarse, ocultarse. Nosotros preferimos presentarla en toda su crudeza, para reflexionar sobre el fenómeno ante el que estamos y prepararnos para enfrentarnos a él. Se trata de ¿una canción, que anda circulando por ahí? o ¿una canción que reinventaron, sobre ciertos personajes de la
tele? Disculpen nuestra ignorancia (Para una mejor comprensión, corregimos algunas faltas):

“En un table dance (nótese la buena ortografía en inglés) estaba Peach y Daisy. Mario y Luigi pidieron un privado; Luigi sacó el pelón, Mario le dijo: ‘Mejor con condón’. Mario y Luigi salieron del privado, se encontraron a Mario todo drogado, casi desmayado; le pidieron 100 baros; Mario se negó, llamó a Luigi y entonces los noquearon. Peach y Daisy se cansaron de esperar y le dijeron a Yoshi: “vamos a cochear”. Mario y Luigi se fueron a su casa. Mario se tomó una cubana y amaneció con la verga atorada”.
La comparación entre la primera y la segunda partes de este escrito no puede más que generar en nosotros la necesidad de repensar nuestra práctica.

Lo bueno de todo esto, es que no sólo nos quedamos en reconocer los problemas que enfrentamos, sino tratamos en lo posible de darle solución. El último apartado de nuestr ponencia da una idea de cómo nos estamos preparando para ello.

3a parte

¿Qué estamos haciendo o tratando de hacer para superar nuestras dificultades y hacernos más capaces de dar la palabra a nuestros alumnos?

En seguida deseamos compartir con ustedes algunas de las experiencias más significativas, incluidas las estrategias y técnicas que nos han apoyado en esta tarea, de tomar y dar la palabra a las nuevas generaciones. Lo que se presenta abajo lo practicamos en los dos niveles: licenciatura y escuela primaria.

La organización cooperativa (comisiones y equipos)

Una forma de dar la palabra a los estudiantes es hacerlos (nos) partícipes activos de la responsabilidad del proceso de enseñanza- aprendizaje, para que vayan (mos) perdiendo el miedo de enfrentarse (nos) al público. En la clase de Español y su Enseñanza, por ejemplo, nos organizamos en comisiones rotativas: la coordinación de la semana, el diario, el noticiero y lectura de imágenes, el juego de palabras, la miscelánea literaria, texto libre, recomendación de libro o película, promoción cultural, diccionario, guardián del tiempo y vigilante de contenidos y guardián de la dinámica grupal. En la escuela primaria también promovemos la organización colaborativa:

“Para lograr un ambiente de trabajo primeramente fue necesario formular un reglamento interno escolar, y presentar un plan en el que había responsabilidades, que se irían rolando por semana, por ejemplo, el pase de lista, la organización de equipos, la recolección de tareas, la organización de materiales de trabajo, entre otras. Dichas responsabilidades permitían al alumno asumir el papel del docente, fomentando el respeto entre sus compañeros, cada vez
que a alguien le tocaba una comisión, ganaba confianza en sí mismo, y conseguía desenvolverse cada vez mejor, y así en cada ocasión, era menor el esfuerzo en cada uno de ellos para expresarse, organizarse y participar dentro de clases.” (Betsabé).

“Me sucedió en la segunda semana de practica en la primaria donde tenía el grupo de 6°, realizamos un debate y todos los niños querían participar al mismo tiempo, entonces se pidió a un alumno voluntario para que fuera él, quien regulara la participación del grupo en el debate. Es así como los alumnos son parte de su propia toma de decisiones y ellos pueden tomar la palabra por sí solos, claro con un poco de ayuda de otros.” (María Fernanda Morales).

“...La verdad es que los niños son súper ingeniosos y aportan mucho. Cuando trabajan por equipos, ellos sienten la necesidad de regularse y darse la palabra” (Ivonne).

Los círculos de reflexión

Con frecuencia reflexionamos colectivamente sobre un asunto, a partir de algún “disparador” que puede ser una pregunta generadora, un texto polémico o provocativo, una frase, una imagen, etc. Invitamos primero a quienes tienen más dificultades para expresarse, para dar luego paso libre a quienes suelen expresarse sin ninguna cortapisa.

El intercambio y la discusión, como parte permanente del proceso

Dentro del enfoque constructivista, según la propuesta didáctica de Guy Brousseau, ofrecemos a las y los estudiantes situaciones didácticas específicas que implican desafíos, cuya superación requiere necesariamente del intercambio (formulación) y de la discusión argumentación (validación) antes de que el maestro asuma su papel de enseñante.

El rincón de lecturas- el cuentacuentos- la velada literaria-musical

Estos son espacios deliciosos que hemos creado para el último módulo de la semana. Hacemos a un lado los libros y las teorizaciones socio-psico-linguísticas y pedagógicas y nos disponemos a disfrutar de la literatura. Esta estrategia tiene dos partes: una, en la que formamos un círculo y podemos participar contando algún cuento, anécdota, leyenda o chistes o recitando algún poema, o leyendo algún texto libre, etc. La idea, no sólo es perder el miedo a leer en voz alta o a narrar, sino descubrir el profundo valor formativo de este género. La segunda parte de la sesión consiste en tener tiempo para leer de manera libre los maravillosos libros del rincón que se ofrecen a los estudiantes en gran cantidad.

El círculo mágico

El círculo mágico es una técnica muy difundida en el gremio, aunque poco se conoce su origen. Se deriva del Programa de Desarrollo Humano de Arnold Bessell y Uvaldo Palomares, educadores preocupados precisamente por dar la palabra a las y los niños
migrantes, que tenían serias dificultades para comunicarse con sus compañeros en el aula. Consiste en un espacio de conversación estructurada en el que se da una interesante paradoja, ya que, a partir de reglas muy claras y rígidas o exigentes, se crea un rico clima de libertad, para comunicarse con toda confianza.

El sociodrama

A través de breves dramatizaciones presentamos una situación de la vida real, (en especial las que tienen que ver con los problemas de comunicación), sobre la que deseamos reflexionar. Es muy divertido, cuando estas situaciones se convierten en espejos de lo que hacemos las y los maestros.

Los simulacros

Son juegos de expertos, en los que simulamos ser profesionales de alguna rama y presentamos en público algún proyecto para convencer a diversas “fundaciones” o “autoridades” o “padres de familia”, etc. de la importancia de su colaboración para hacerlas realidad (por ejemplo: programa radiofónico, agencia de viajes, telenovela, etc.) En algunos casos, dejan de ser simulacros para convertirse en empresas reales.

“En la segunda semana, mi propósito fue idear algo que les llamara la atención, los intrigara y provocara la participación de todos. El proyecto, en esta ocasión fue un periódico, al que ellos mismos llamaron “Diversión Escolar”. Como reporteros profesionales, los chicos deberían entrevistar a un personaje desconocido y optaron por un boxeador, El día que teníamos que elaborar las preguntas, lograron ponerse de acuerdo y decidieron entre todos qué era lo que cuestionarían, cómo querían que fuera la experiencia y aportaron ideas para realizar dicha actividad, las que acepté gustosamente. Esta vez... los niños debían comunicarse y colaborar en clase como un equipo.” (Jessica).

Los libros colectivos

Como a nadar se aprende nadando, a leer, leyendo y a escribir, escribiendo, hacemos un esfuerzo para que algunos de nuestros textos puedan ser “publicados” (aunque sea en un contexto muy limitado). Este trabajo es todo un reto, pues implica un complejo proceso de planeación- producción- revisión. Muchos de los textos que se integran en los libros colectivos son totalmente libres y otros se generan, a partir de diversos “disparadores”.

Epílogo

“Esto es algo muy interesante y que debe estudiarse más a fondo, ya que si este problema se tratara desde el preescolar, las formas de vida serían distintas; el pueblo estaría menos reprimido por gobiernos o personas elitistas. Si se empezará de lo poco, llegaríamos a solucionar lo mucho” (Fabiola).