Hacia un inventario de posiciones y disposiciones sobre la formación del pensamiento científico
Ponencia que el colectivo docente de la Escuela Primaria Estatal “Concepción Meléndez”, presenta al XXIII Encuentro Nacional de Educación Alternativa
Sede: Escuela Normal Urbana, Balancán, Tabasco, 24 y 25 de marzo de 2013.
Introducción
Apenas ahora estamos en condiciones de hacer pública nuestra legítima sospecha de que la formación del pensamiento científico es algo más complejo que un simple proceso de acumulación de habilidades intelectuales para pensar racionalmente el mundo. Explicar el camino a través del cual los sujetos estructuran un modo autónomo de aprehender la realidad, implica, más allá de la lectura de enfoques didácticos en planes y programas oficiales, un posicionamiento epistemológico y pedagógico.
Ceremonia de los deseos |
En las líneas que siguen van las representaciones que un colectivo docente tiene hasta el momento sobre la ciencia en la escuela. Abrigamos la esperanza de que este encuentro de maestras y maestros alternativos resulte un fuerte detonante de desplazamientos teóricos y cambios conceptuales. Un pretexto, pues, para seguir adelante en la construcción de una escuela para pensar.
¿Qué es el pensamiento científico?
Con sinceridad les decimos que no fue fácil llegar a una definición de pensamiento científico. Tuvimos que acudir a Carl Sagan y a Marcelino Cereijido - esos imprescindibles divulgadores de la ciencia- e invitarlos a nuestras sesiones vespertinas de formación docente a fin de problematizar creencias, significados, fantasías e ilusiones muy pero muy bien instalados en nuestro pensamiento.
Por fin, habíamos dado el primer paso, teníamos una definición necesaria para seguir caminando: El pensamiento científico es una manera de interpretar la realidad sin recurrir a milagros, revelaciones, dogmas ni al principio de Autoridad.
La ola de irracionalismo que nos ahoga, el contexto
No queremos ni debemos ser ingenuos. Es evidente que los contextos socio – culturales donde se inserta nuestra práctica educativa explican en gran medida las dificultades para concretar un proyecto escolar que considera la formación del pensamiento científico.
Nuestra escuela, como todas, eso creemos, resisten permanentemente el acoso de las teorías creacionistas que portan las religiones de diversa índole. No tenemos a la “Nueva Jerusalén”, pero existen otras sectas religiosas que realizan una labor similar en nuestro entorno.
Trabajamos en una comunidad que gusta de la compañía de vampiros, aparecidos, fantasmas, ángeles y seres invencibles. Nuestros niños y niñas ven películas y programas de fantasmas, monstruos increíbles de la más variada invención, fenómenos paranormales, extraterrestres y brujos. Lo humano expulsado de las pantallas de cine y televisión.
Las pocas librerías que existen en nuestra localidad están abarrotadas sobre temas ocultistas y esotéricos, religiosas o no, provenientes del fondo de los tiempos. Lo inexplicable dueño absoluto del terreno que pisamos.
Y no es este el mapa completo de un ambiente adverso para construir una escuela para pensar. Falta agregar eso que se encuentra en la médula socio – económica de este país y que Cereijido le llama analfabetismo científico.
Frente al asalto a la razón, una escuela para pensar
Frente a un franco desenfreno de irracionalidad que vemos en todas partes, la escuela tiene que dar la cara, aportando lo propio en la formación de personas pensantes que sepan aplicar el rigor lógico a lo que observan o escuchan. Sin embargo esto puede convertirse en un despropósito si la escuela -en nuestro caso una escuela primaria- no logra comprender aspectos centrales tales como las características del desarrollo intelectual del niño, la construcción del conocimiento en la escuela y la didáctica de las ciencias
A continuación anotamos en forma de listado un pequeño y modesto inventario de posiciones y disposiciones relacionadas con la formación del pensamiento científico.
“El sujeto, partiendo de niveles muy bajos con estructuras prelógicas, arribará más tarde a normas racionales, isomorfas a aquellas que caracterizaron el nacimiento de las ciencias.”i Los niños, dice Tonucci, desde pequeños van construyendo teorías explicativas de la realidad de un modo similar al que utilizan los científicos.
“Vemos, aún allí donde reconocemos claramente el influjo de la enseñanza religiosa, que ésta no es recibida pasivamente por el niño, sino que es asimilada de una manera original.”ii
Si queremos entender y facilitar los procesos de aprendizaje y pensamiento de los niños es necesario partir de sus representaciones espontáneas sobre lo real. “Si les habéis proporcionado el espíritu científico, si habéis salvado en ellos, y la habéis activado luego, su curiosidad natural, su necesidad innata de buscar, de experimentar y de crear, se encontrarán siempre en su elemento que es la función científica de su comportamiento”.iii
La escuela debe propiciar, más que la formación de futuros científicos, la educación de los ciudadanos en una cultura científica básica.iv
Una escuela para pensar reivindica la vigencia de los métodos naturales que plantea Freinet para la enseñanza de las ciencias.
Conclusiones
Les diremos que estamos en el camino de la toma de conciencia, les confesamos que nos falta un buen trecho que caminar. A pesar de que en nuestra escuela están presentes una serie de estrategias para el aprendizaje activo de las ciencias, tenemos que reconocer que el tema central que nos reúne este año en Balancán ha confrontado nuestras limitaciones teórico - pedagógicas. Sí… “Toda nuestra ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil… y sin embargo es lo más preciado que tenemos.” Albert Einstein.
Colectivo Docente Freinet de la Escuela Primaria “Concepción Meléndez”
Hgo. del Parral, Chih; marzo de 2013.
i Jean Piaget y Rolando García. Psicogénesis e historia de la ciencia. Siglo Veintiuno Editores, México, 2008.
ii Jean Piaget. La representación del mundo en el niño. Ediciones Morata, España, 2001.
iii Célestin Freinet. La enseñanza de las ciencias. Editorial Laia, España, 1979.
iv J.Eduardo García. Hacia una teoría alternativa sobre los contenidos escolares. Diada Editora, España, 1998.