Buenos días de parte de: “El Maestro Pepe”

 (Segundo lunes de agosto)

Sembrar la tierra y levantar la cosecha era una actividad frecuente en los jardines del Colegio Manuel Bartolomé de Cossío, pero la clase de ciencias siempre fue la más esperada. En ella se planteaban razones y se hacían converger diferentes situaciones, era un espacio para investigar hasta por debajo de las bancas, un sitio ideal para entender al mundo.
Llevar al salón de clase las peculiaridades de la energía, la gravedad o el magnetismo formaba parte de una gama de experimentos científicos que en manos de José Tapia Bujalance, resultaban formidables. Sólo con verles las caras a los pequeños asistentes, se hacía evidente que asimilaban todo, eran momentos de emoción para alegrar la inteligencia.

Aunque yo sabía de los planteamientos pedagógicos progresistas que en esta escuela se practicaban, capturarlos en video fue una experiencia inigualable.

José de Tapia Bujalance

La clase de los imanes 


Graciela González, la querida maestra Chela, cofundadora con Pepe de tan importante proyecto, nos solicitó hacer un documental, había que obtener testimonios sobre las múltiples formas que Pepe utilizaba para impartir sus conocimientos. Así surgió el video  “Maestro 70 años” mientras  me convertía involuntariamente en otro de sus alumnos.
Al llegar al aula magna todos gritaban, pero en cuanto Pepe entró en escena se hizo el silencio, pude ver como sus manos pasaban ágilmente por los interruptores, baterías, cables y bobinas que tenía en su escritorio. En menos de media hora demostró con increíble claridad la relación existente  entre la electricidad y el magnetismo, todo lo enseñaba sin dictados, ni tareas, ni haciendo referencia a libro alguno, sólo era cuestión de observar, experimentar y razonar. Con gran rapidez los asombrados niños descubrían en qué consistía “el jaleo de la ciencia”, como él denominaba al fenómeno.

Somos muchos los afortunados que hoy podemos dar cuenta de algunas de sus estupendas anécdotas: su familia, sus alumnos, la gran cantidad de amigos que tenía, los que fuimos padres de familia en su escuela, pero...¿de dónde venía tanta pedagogía?

Hace más de un siglo que en España surgieron importantes profesores, divulgadores, investigadores y pedagogos, todos ellos seguidores de las tesis del filósofo y pensador alemán Karl Christian Friedrich Krause el centraba su doctrina en la tolerancia académica y la libertad de la enseñanza; ellos estaban convencidos que al poner en práctica sus  razonamientos, se obtendrían importantes resultados.

En un principio fueron pocos los que trabajaron para implementar en España la libertad de cátedra en contra del dogmatismo, pero con el tiempo se fueron sumando más partidarios y juntos lograron articular varios movimientos  que cristalizaron en  iniciativas entre las que destaca la Institución Libre de Enseñanza. Emilio Castelar, Julián Sanz del Río, Francisco Giner de los Ríos y desde luego Manuel Bartolomé de Cossío, entre otros, trabajaron muy duro siguiendo por esa ruta y lo hicieron en una época y en un ambiente muy complicado.

Cossío fue el artífice fundamental de las llamadas Misiones Pedagógicas, un proyecto inédito de la España Republicana pensado para acercar el progreso y la cultura a las comunidades rurales más alejadas y desprotegidas.

Cuando Pepe se enteró de las técnicas del profesor Celestín Freinet comprendió que deberían brincar las fronteras y entonces las introdujo primero en España y luego en México. Estoy seguro que  aquellos que pasaron por la Bartolomé, nunca olvidaran lo que crearon en la imprenta escolar del famoso pedagogo.
Pero para conocer el mundo de tan formidable maestro, mejor hay que leer el libro de mi amigo Fernando Jiménez Mier y Terán.

“José de Tapia fue un auténtico obrero de la educación que diseñaba sus proyectos y los ejecutaba a pie de obra”.
Estoy seguro que Fernando, más como padre de familia de la Bartolomé que como el distinguido pedagogo que es, entendió la importancia de la obra de Pepe. En su excelente libro “Un maestro Singular” nos cuenta sobre el largo camino andado por él a lo largo de ¡sólo 75 años de  trayectoria académica!

Desde muy joven, Tapia no paró de prodigar su invaluable conocimiento en escuelas rurales donde alfabetizó y trabajó en ambientes indígenas y urbanos, formó profesores competentes y fomentó la cultura. Todo esto utilizando una pedagogía activa, liberadora y comprometida, nunca dejó de obsequiar su inteligente orientación a los que tuvimos la fortuna de ser padres de sus alumnos.

En Montoliú y en Pugiber demostró que se podía practicar una verdadera democracia del conocimiento y tiempo después fuimos muchos los que en aquellas asambleas de los viernes en la Bartolomé, comprobamos que el argumentar con la verdad podía ser una buena práctica para resolver problemas. Todas estas experiencias acumuladas y tan formadoras, se convirtieron en la herramienta pedagógica de los que hoy continúan con su obra.


Pensando un espacio educativo  


Cuando el maestro Pepe y su inseparable compañera Graciela, decidieron enseñar sus conocimientos, sabían que era indispensable contar con una escuela diferente, querían retomar los múltiples proyectos académicos que habían sido truncados por la imposición del franquismo en España. En el México de 1964 comenzaron con la odisea pedagógica de construir su propio espacio educativo y para lograrlo, convocaron a una comunidad de padres de familia que estaban interesados en la educación, la cultura, el arte y juntos comenzaron a trabajar.
La Bartolomé fue construida con tan buenas raíces que inmediatamente logró forjar niños íntegros y abiertos al conocimiento, hoy el proyecto continúa acercando a los alumnos al saber de manera amena y moderna.

  1.  Para aquellos maestros en formación que quieran conocer muro a muro la maravillosa escuela que construyeron Chela y Pepe, les recomiendo que descubran en la cotidianidad de sus salones, cómo es que estas supuestas utopías, en realidad son proyectos perfectamente realizables.



Lo que enseña la escuela,
lo que se sucede en casa

Una mañana, con esa voz que no requería de micrófono alguno, resonó vehemente, había llegado el día en que Pepe, con más de 9 décadas a cuestas, se despidió de su comunidad.

Y claro que yo, bien armado con mi cámara, estaba presente en aquel patio escolar; era el momento preciso para registrar el balance anual, la culminación de todo un ciclo educativo, tenia que capturar su vibrante discurso por última vez.

El festival de fin de año estaba por terminar, desfilaron las tablas gimnásticas , se cantaron las canciones de Chela y Mario, se mostraron los coloridos montajes de los diferentes museos visitados durante el año y los divertidos fragmentos de las obras de Shakespeare, técnica de la maestra Regina para enseñar inglés, hicieron reír a todos, pero ese día unas alumnas pidieron hacer la representación musical del grupo comercial del momento “las Flans”, y esto aunque extraño, era posible en una escuela de libertades, en ese patio prácticamente no se prohibía nada, pero al terminar, cuando pepe tomó la palabra expuso su parecer:
“Hemos presenciado aquí, lo que hace la escuela con sus maestros y lo que deshacen los padres con sus propios hijos en casa ”  y así se siguió, poniendo en claro ciertos puntos críticos  de lo que significa y cómo es o debería ser la participación de cada uno de los integrantes que conforman una comunidad educativa.
Hoy, a varias décadas de distancia, las palabras de Pepe resuenan de nuevo, es evidente el contraste que nos ofrecen algunas de los destacadas personalidades que emergieron de tan excepcional experimento pedagógico.
Ahora más que nunca y debido al uso desigual de los avances tecnológicos en la educación, es posible que aparezca otra nueva brecha social. Es momento de recordar la visión de aquellos viejos maestros, esos seres entrañables siempre dispuestos a innovar, a mejorar su empeño laboral, los que supieron aprender de sus alumnos, los que hicieron de su trabajo algo placentero, los que nunca dejaron de  buscar nuevas y diversas maneras para acercarse al saber, incluidos los constantes y costosos avances tecnológicos; no hay que olvidar los ejemplos comprometidos de Chela y Pepe que siempre tuvieron muy claro que al enseñar había que poner en primer plano los conceptos de ética, justicia e igualdad.

Es evidente que no sólo sería deseable sino necesario, aprovechar los desarrollos modernos, ya que si se utilizan de una manera adecuada para mejorar y transformar la educación, se avanzará cuantitativamente y esto será algo muy importante. Estoy seguro, aunque no parezca cosa fácil, es posible trabajar con las nuevas generaciones de la modernidad sin tener que desconectarlas del abrumador impacto tecnológico.

Los maestros de mentes abiertas, junto con las autoridades responsables de iniciar el cambio, enfrentan un enorme reto. Hoy la misión imprescindible para aquellos que tendrán en sus manos tan importante obligación formadora, será  imaginar la manera de hacer llegar a todos los mexicanos, por igual, las  experiencias, conocimientos y logros de esas escuelas de calidad que como la Manuel Bartolomé de Cossío siguen trabajando para mejorar la educación.

Joaquín Berruecos.
CDMX Tlalpan
13 de agosto del 2018.