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Las convulsiones de nuestra sociedad actual representan nuevas oportunidades para reflexionar colectivamente sobre la grave situación que padece la educación, bajo el régimen capitalista-neoliberal; especialmente sobre la condición de la escuela pública en Nuestramérica. Esas condiciones son oportunidad también para fortalecer, dar rumbo y construir nuevos sentidos a los múltiples movimientos populares que luchan por la emancipación de todo ser humano.
Visita en Cuernavaca durante el Encuentro REMFA |
Hablamos de emancipación y no de libertad, para no confundirla con la licencia egoísta del neoliberalismo de “hacer lo que se me dé mi regalada gana”, y que puede llevar a la soltura extrema de destruir a un otro. La emancipación, en cambio, busca que los seres humanos se liberen del sometimiento, la esclavitud y la enajenación que padecen bajo el régimen dominante.
El neoliberalismo, como último gran relato del capitalismo, se empeña en desacreditar como “obsoletas” a todas las demás comprensiones de la realidad y en imponer una visión única, según la cual todo lo que existe (persona, animal, cosa, servicio o proceso) es una mercancía. Tal cosmovisión se impone subliminalmente como “verdad natural” o “igualación social”. No importan género, edad, raza, nacionalidad, oficio o religión..., ni si uno está o no de acuerdo con lo que recibe; sólo interesa que pueda pagarlo. Esta ideología se difunde con un lenguaje especial para seducir, a través de la educación y los medios masivos, secuestrando el alma y el sentido común de amplios sectores sociales.
Así, naturaliza las graves desigualdades, la exclusión de los “ineptos” y la imposición de una nueva esclavitud “para lograr la excelencia”. No sólo deja a miles de millones de seres humanos (madres y padres de familia, docentes y estudiantes) sin tiempo libre para convivir, jugar, pensar y organizarse, sino que incide para atrapar su alma y su cuerpo, además de destruir la vida en el planeta. En este régimen, quienes no alcancen los estándares esperados por el mercado o denuncien su perversidad, serán amenazados, perseguidos, denostados, encarcelados, torturados, excluidos, desaparecidos o incluso eliminados (¡Nos faltan 43!).
A pesar de todos estos trances, los maestros críticos, en especial los que asumen como propia la tarea educativa emancipadora –una de cuyas puntas de lanza es la educación pública de nivel básico–, no se rinden; siguen y seguirán pugnando por una educación popular, integral, crítica, científica, emancipadora, democrática, cooperativa y solidaria. No se rinden porque no pueden ser engañados: su formación teórica y su experiencia de vida les permiten conocer en verdad y profundidad la dramática realidad de la mayor parte de la población.
En este contexto y por estas fechas, fuimos testigos de dos encuentros internacionales de maestros que trabajan por una educación emancipadora: el „Taller del Educador Popular’, en Querétaro, y el 2o „Encuentro de educación emancipadora’ de la „Red de Movimientos Freinet de América‟, en la ciudad de Cuernavaca. Ambos altamente esperanzadores. En el segundo, en el que estuve, participaron profesores de Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay, y algunos invitados de España e Italia. Mexicanos llegaron de la CDMX, Chihuahua, Edomex, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tabasco y Veracruz, la mayoría integrados en tres redes hermanas: el Movimiento por una Educación Popular Alternativa, el Movimiento Mexicano de la Escuela Moderna y la Red Nacional de Educación Alternativa.
Resulta muy alentador reconocer la vitalidad de estos maestros y sus movimientos, la riqueza y creatividad de sus expresiones culturales, su profundo conocimiento de la realidad actual y su gran compromiso con las comunidades que atienden. ¿Quién dijo que todo está perdido?
(Continuará)
Querétaro, julio de 2019