Complejidades de la educación democrática I

Carmen Vicencio en Tribuna Querétaro
metamorfosis-mepa@hotmail.com

Característico del pensamiento humano es su capacidad de análisis y síntesis; de distinguir, clasificar o hacer taxonomías. No queda claro, sin embargo, en qué momento (¿con el patriarcado?) los grupos dominantes asignaron a sus diferenciaciones los valores de “superior-inferior”, “feo-bello”, “peligroso-inocuo”...

Lo cierto es que declaraciones universales del tipo: „todos somos iguales‟ o "todos tenemos los
mismos derechos y obligaciones" le ha costado a la humanidad, demasiados debates, teorizaciones, separatismos, guerras sangrientas, estallidos de miedo-odio exacerbados... En México las diferencias se hicieron especialmente evidentes en el sistema virreinal de castas. Sólo los europeos eran humanos, pero inferiores sus hijos nacidos en el Nuevo Mundo. A los negros se les trató como animales, y los aborígenes tuvieron que ser declarados “humanos menores” por un Papa. Las mezclas se juzgaban “sucias”.

En el terreno educativo, frente a estas diferenciaciones y en las luchas por lograr la igualdad, destaca la figura de Juan A. Comenio (Moravia, SXVII), considerado el „Primer promotor de la educación moderna democrática‟. Él pensaba en una escuela abierta a todos sin excepción, sin importar edad, sexo, lugar de origen, raza o condición social. Este ideal se ha ido precisando, mejorando y concretando paulatinamente en diferentes lugares, sobre todo en la primera mitad del SXX, como reacción a la terrible etapa de totalitarismos europeos (con Hitler, Mussolini, Franco, Stalin...), que dio lugar a las guerras mundiales.

Manifestación en Bruselas por la muerte de Ferrer i Guardia

Así reconocemos diversas experiencias educativas como las de Celestin Freinet en Francia, Ferrer Guardia en España, Lorenzo Milani en Italia, John Dewey en EEUU, Rafael Ramírez en México, Francisco Gutiérrez en Costa Rica, Paulo Freire (con adultos) en Brasil, etc.; experiencias que se enriquecen y actualizan con el tiempo y se vuelven internacionales. Hoy reconocemos también a muchas redes de „maestros democráticos‟ que siguen a los grandes maestros hacia una pedagogía emancipadora en los cinco continentes.

Los detractores de la „escuela democrática‟, sin embargo, alegan “su sinsentido”, pues educar implica forzosamente una relación asimétrica, entre adultos (que tienen mayor conocimiento, experiencia, autodominio...) y menores (que ni saben, ni entienden, ni pueden valerse por sí mismos); así que los primeros tienen la responsabilidad de enseñarles, guiarlos, corregirlos... Sería desastroso, por ejemplo, que se permitiera a los chicos votar, si quieren clases o seguir jugando en el recreo.

Esta objeción, sin embargo, da cuenta de la pobre visión que muchos tienen de la democracia, reducida y degradada al mayoriteo. Los grandes maestros mencionados arriba, en cambio, concebían la democracia como se apunta en nuestro Artículo Tercero: como FORMA DE VIDA cooperativa, dirigida a desarrollar el pensamiento crítico y a superar exclusivismos, fanatismos y prejuicios...

En las auténticas escuelas democráticas, no se trata simplemente de “votar”, sino de promover que todos sean respetados en su dignidad y participen, según sus posibilidades, en la organización comunitaria, en la distribución racional de comisiones o responsabilidades. Se trata de lograr que todos (mayores y menores) puedan expresarse, escuchar y cuestionar los argumentos de los demás, proponer, inventar y comprometerse a emprender nuevos caminos... Sólo que lograr esto en una sociedad tan dramáticamente desigual como la nuestra, encierra graves dificultades, que habremos de reconocer y superar.
Continuará...