DESÓRDENES MUNDIALES

Gonzalo Guajardo González
Querétaro, Qro.
Noviembre de 2010

Con fecha marzo-abril de 2010, Ediciones Akal publicó, en Madrid, en lengua española, la edición doble (de diez años: 2000-2010, y de 50 años: 1960-2010) de la New Left Review, con diversos textos. Algunos de los documentos presentes en esa edición de 2010 fueron escritos para la NLR; otros se elaboraron previamente. De los últimos, destaca la entrevista que IVANA COSTA le hizo a Eric Hobsbawm, para publicar el 9 de junio de 2007, en la revista CLARÍN, y que ahora se presenta aquí, en resumen, bajo el título de Desórdenes mundiales.



Eric Hobsbawn

De las razones por las que importaba divulgar el pensamiento de Hobsbawm –uno de los más importantes marxistas del siglo XX– es que su producción ya era amplia y, con frecuencia, muy atinada, pues permitía marcar nuevas pautas para la izquierda occidental. Algunos de sus escritos fueron La era de la revolución (Crítica, 2003), Bandidos (Ariel, 2003), La invención de la tradición (Crítica, 2002), El mundo del trabajo: estudios históricos sobre la formación y evolución de la clase obrera (Crítica, 1987), La era del Imperio (Crítica, 1998), A la zaga: Decadencia y fracaso de las vanguardias del siglo XX (Crítica, 2006), Guerra y paz en el siglo XXI (Crítica, 2007), Cómo cambiar el mundo, Marx y el marxismo 1840-2011 (Crítica, 2011), Un tiempo de rupturas: sociedad y cultura en el siglo XX (Crítica, 2013), Viva la Revolución: sobre América Latina (Crítica, 2016). Tiene muchos más, pero no se puede dar cuenta de todos en estas líneas.

El texto Desórdenes mundiales, eje de las reflexiones aquí presente, hace referencia a otra obra de Hobsbawm (Historia del siglo XX; Crítica, 1998), según la cual el ser humano de hoy es testigo de un derrumbamiento global, en el que se colapsan todas las esperanzas depositadas en un progreso social del mundo, por lo que es obligado a interrogar sobre las posibilidades efectivas de desarrollo.

Es lógico, pues, que parte de la entrevista sobre Desórdenes mundiales comience hablando de cinco cambios básicos que se advierten en el mundo:

(1) Que el centro económico del mundo se fue desplazando (en los años 70 y 80) del Atlántico norte al Japón (sureste de Asia) y de allí se ha movido hacia China, en los 90.

(2) Que la crisis mundial del capitalismo se ha estado prediciendo desde hace tiempo, y ha tardado en llegar, pero ya está sucediendo.

(3) Que los EEUU han fracasado rotundamente al pretender conducir, en solitario, la hegemonía mundial.

(4) Que ha emergido, sin anticipación, una nueva entidad política con los países en desarrollo; los BRIC.

(5) La autoridad de los Estados nacionales se ha ido debilitando, y en gran parte del mundo la autoridad efectiva del Estado se encuentra muy erosionada.

Además de esos cambios, se están sucediendo otras sorpresas:

1] El conservadurismo asume la convicción de que los EEUU seguirán siendo el futuro del planeta.

2] Contra toda predicción, ha resurgido, de otra manera, la piratería.

3] En países en que había crecido un partido comunista, éste ha colapsado.

4] Las políticas de industrialización, confiadas en su pregón de avance, despojaron de sus tierras a los campesinos, con consecuencias muy negativas.

5] En su mayoría, los partidos de izquierda han asumido el desarrollo privado para poder sobrevivir.

→ Hobsbawm reconoce que Marx supo ver que una clave de la naciente industrialización de Occidente fue la aparición de grandes partidos de clase que, aunque no pudiesen ser partidos exclusivos de la clase obrera, sí tenían la orientación de partidos populares, constituidos en torno a una organización, pero que tenían que estar al alcance de todas las clases que los requirieran y, desde allí, estar en condiciones de articular un movimiento revolucionario.

→ Con todo, es necesario entender que esa clase obrera del siglo XIX carece de presencia real en la sociedad del siglo XXI. Sin duda, existe trabajo manual necesario en esta ápoca, y es necesario que se reconozca su valor, por lo que hay que reivindicarlo. Pero carece de potencial convocatorio y organizativo. Es resabio de una vieja clase obrera, del trabajo manual, sin impacto en la organización laboral actual, en que la producción se rige por determinaciones administrativas y está articulada por operaciones electromagnéticas.

→ Hoy parece imponerse una ruptura social como consecuencia de la xenofobia. Se pierde la conciencia de clase ante los dueños del capital, para oponerse a quienes –como aspirantes a un empleo– lo defienden afanosamente, pero son vistos como forasteros o extraños que engañan y atropellan a los demás aspirantes, y no se dan cuenta de que, como todos, buscan un posible puesto frente a todos los que quieren el mismo empleo y el mismo sueldo, por más míseros que sean.

→ Asimismo, quien consigue un empleo –aunque sea de ínfima categoría– lo ve como una solución definitiva, sin advertir que siempre tiene un carácter temporal y provisional.

→ Cada vez se imponen más los exámenes –en centros de trabajo o en institutos de formación– como garantía de ser “medido” e “institucionalizado” para ser o permanecer empleado (¿meritocracia?). No se ve que esos exámenes son recurso magnífico para eludir toda responsabilidad de la empresa sobre la suerte del trabajador y sus condiciones.